miércoles, 31 de marzo de 2010

Susana Pakara

Cochabamba es la síntesis de America Latina. Situada estratégicamente entre los dos nervios vitales de este subcontinente, el Amazonas y los Andes, es elegida frecuentemente para ser sede de multitud de encuentros políticos y sociales. Dentro de un mes se va a celebrar una Cumbre Mundial del Clima auspiciada por los Movimientos Sociales, y hace tan solo unos días, durante un acto electoral, Evo Morales proclamó en la ciudad que le vió nacer como líder sindical, que "el capitalismo puede destruir a la Pachamama". Aquí, durante su exilio, el general Vicente Rojo, defensor de Madrid durante la guerra civil española, dió clases en su escuela militar. Es una urbe donde se da todo lo bueno y lo malo de Latinoamérica, ejemplo vivo de las consecuencias del neoliberalismo en estos países.
Situada en un fértil valle dominado por el monte Tunari, ha crecido vertiginosamente en los últimos años hasta alcanzar una población de casi un millón de habitantes, la mitad de ellos campesinos -sinónimo de indígenas-que han sido expulsados de sus lugares de origen por el cierre de las minas y la limitación del cultivo de la coca, sustento y vida durante siglos de estos pueblos. Cuando los norteamericanos conminaron a Bolivia a erradicar las plantaciones, el entonces jovén líder cocalero, Evo, pregunto: ¿Porqué los gringos no erradican sus narices?
Pués bien, todo este aluvión de gente se hacina en la Zona Sur, un lugar donde el camión del agua pasa una vez a la semana, sin apenas equipamientos y casas a medio construir. Es la mayor concentración de pobreza de Bolivia con El Alto, junto a La Paz. Por las mañanas miles de campesinos llenan las calles de Cochabamba, para vender en puestos callejeros, de tal manera que la venta callejera es su principal actividad económica. Una economía informal y de trueque que suple la falta de industrias y servicios. Es por lo tanto, una ciudad bulliciosa, surcada por esos microbuses tan carácterísticos en estas latitudes, pintados de colores llamativos y atestados de viajeros. Algunos, llevan impresos la publidad del servicio que prestan, del tenor de "Comodidad, elegancia y confort". Tienes suerte si al cruzar sus calles, no acabas aplastado debajo de sus ruedas.
Uno de esos campesinos que llegó a Cochabamba en los años 90, fué Susana Pakara, un personaje singular que ha hecho las veces de traductora al quechua en una entrevista que me han hecho en Radio La Chihuana, la emisora que fundó y dirige. Esta mujer diminuta, avejentada prematuramente por el trabajo,de ojos penetrantes y atavida con la pollera y el sobrero tradicional de las quechuas ,me contó que lo que le impulsó a emigrar fué comprobar si era verdad lo que había oido desde pequeña, que los campesinos eran "inútiles y flojos". Al llegar, se puso a trabajar de sirvienta, solo la dejaban salir un domingo cada 15 días, y a cambio recibía la comidady en las mejores épocas un pequeño sueldo, que le regateaban los patronos, con la amenaza de acusarla de sisar en la compra.
Muy pronto se despertó en ella un súbito interés por la radio y simultamente por la luchas sociales. Sin apenas saber leer y escribir, la nombraron responsable de prensa en una importante organización campesina de mujeres y como tal participó en las marchas por la tierra, por la coca y por el agua. Empezó a colaborar con una radio que emitía en horarios marginales programas en quechua y acudía a las manifestaciones reivindicativas, con "el micrófono en una mano y con una piedra en la otra". Así se dió cuenta que no era ni "inútil ni floja", si no que lo que ocurría a su pueblo es que las leyes y los policías les oprimían.
Cuando la "guerra de la coca", una amiga le paso una nota advirtiéndola de que su hermano estaba detenido. Así que se fué a la radio donde colaboraba para poner un anuncio con el fin de conocer su paradero y sobre todo si estaba vivo. Le pideron 5 bolivianos (50 céntimos de euro) que era precisamente el único dinero que llevaba. Los pago y por ello tuvo que regresar andando a su comunidad. Durante el trayecto empezó a darle vueltas a la cabeza sobre la necesidad de poneren marcha una radio que diera voz a los que no tiene voz; así, con el apoyo del Sindicato de Campesinos fundó Radio la Chihuana. Hoy nos hemos reunido con los compañeros bolivianos que con el apoyo de Tele K y de la Agencia Española de Cooperación, han puesto en marcha en Cochabamba una emisora y una escuela de televisión. Entre otras cosas, se trataba de dar nombre a la escuela. He propuesto que en homenaje a Susana y a las luchadoras campesinas, pase a llamarse Taller de Comunicación Popular Pakara. Esta excepcional comunicadora me ha dicho al despedirse, que lo que ahora quiere, es regresar a la comunidad donde nació. Ya he conseguido demostrar lo que quería, no soy "una india inútil".

martes, 30 de marzo de 2010

La camiseta del Rayo

Después de un accidentado primer contacto con La Paz, he aterrizado en Cochabamba para evaluar el proyecto que Tele K impulsa en América Latina y para inaugurar el Taller de Comunicación Popular Pakara y Koka TV, esta última, la primera emisora de televisión comunitaria de Bolivia. Ha venido a recibirme Manuel Martínez, hijo de un minero quechua de Potosí y uno de los principales animadores de estos proyectos y de Radio La Chiwuana (avispa en lengua originaria). Manuel estuvo en Madrid hace unos meses para participar en un curso de capacitación de formadores, con el fin de adquirir los conocimientos necesarios para formar en Bolivia, a los miembros de las comunidades populares de Cochabamba. Dentro de las prácticas que se le encomendaron, ejerció de operador de cámara en un partido de nuestro querido Rayo Vallecano. Quedó literalmente prendado del ambiente de Vallecas, de lo que significa el Rayo y de los colores de su camiseta, hasta el punto que horas antes de viajar a América, recibí un correo en el que me pedía que le llevara "una camisola rayista".
En el aeropuerto, le he dado la noticia de la derrota de nuestro equipo frente al Celta, algo que le ha dejado tan afectado como a mi, "¿Pero, como es posible, si ibamos de los primeros de la tabla?". Durante la cena he comprobado que la afición de Manuel por el Rayo tiene antecedentes para mi desconocidos hasta ese momento. Resulta que el Potosí viste como el Rayo, así que hemos tomado una importante decisión: Vamos a fundar el Rayo Vallecano de Potosí. Un equipo nutrido por jóvenes campesinos y mineros que inscriberemos inicialmente en las ligas locales. En resumidas cuentas, que me parezco al Padre Llanos: todo el día fundando; un día una escuela, otro día una emisora de televisión y ahora un equipo de fútbol que llevará los nombres de Vallecas y del Rayo por todo América. Un equipo tan universal tiene que estar, como mínimo, en segunda A y solo de manera transitoria ¡Animo desde Bolivia a los jugadores y a la afición rayista!. Pensad en nuestra camiseta. Somos el Rayo que no cesa más allá del Atlántico.

lunes, 29 de marzo de 2010

Por el Pacifico chileno

Una vez mas he vuelto a Valparaiso. Una ciudad que siempre me atrajo desde niño, sin que hubiese visto nunca ni una sola imagen de ella. Tan solo por su nombre, como Samarkanda. Cuando hace ocho años la visite por primera vez, decidí formalizar la relación. Es una ciudad decadente, que sobresale por su aroma portuario, los desvencijados ascensores, las casas pintadas de mil colores y sus cerros. El de Artilleria y el Cerro Alegre son mis preferidos. Nunca pierdo ocasión de tomarme un pisco sour en alguno de los miradores que dominan el puerto, tampoco de pasarme por el cafe Cinzano y el mitico J Cruz, el restaurante marinero que, sin embargo, esta especializado en las chorrillanas de carne y patatas fritas, las mas populares de la ciudad.
En esta ocasion unos amigos me han llevado a recorrer en coche toda la bahia hasta Concón, un pueblecito de pescadores dominado por las dunas sobre un acantilado donde el Pacífico exhibe toda su violencia. Por casualidad, hemos parado para tomar algo junto a la playa de Viña del Mar, en un cafe que sufrió importantes desperfectos -ya reparados- durante el reciente terromoto. En esta zona del pais la catastrofe ya es historia.
A la mañana siguiente, he recorrido todo el centro y el norte de Chile, con escalas en Copiapó y Calama en pleno desierto de Atacama. El desierto chileno es de una belleza indescriptible, salvaje y descarnada. Por fin, despues de viajar toda la mañana, he llegado a Iquique, que en quechua significa "ciudad para dormir". Tanto Valparaiso como Iquique han perdido gran parte de su importancia desde la apertura del canal de Panama. Iquique fue uno de los escenarios de la guerra del Pacifico, que enfrento a Chile, Peru y Bolivia. Este ultimo pais sigue reivindicando una salida al mar o parte de los territorios arrebatados entonces. Tambien en Iquique el ejercito abrio fuego contra 8.500 mineros y sus familias, dando muerte entre 300 y 2.000 de ellos, segun quien cuente los hechos. Esta matanza perpetreada en la escuela de Santa Maria dio lugar a la famosa cantata que interpretara Quilapayún. Aunque hoy, la gente se conmueve mas por la "gesta" de la armada chilena para anexionarse esta parte del antiguo virreinato de Peru. Por cierto, me llamó la atención el enorme poder que tiene el jercito en la sociedad chilena: Constitucionalmente se queda con el 10 por ciento de todas las exportaciones del cobre, de esta forma, Chile es el país de toda América Latina que más ha invertido en armamento en los últimos años, convirtiéndose en el auténtico gendarme del Cono Sur.
De Iquique me han impresionado sus cerros de un color amarillo iluminado, oradados por las antiguas minas y por el antiguo ferrocarril del salitre, que llamaban el longitudinal. Ahora Iquique es una ciudad balneario, con grandes hoteles que dañan de forma irreparable su paisaje. Pero, ¡Sorpresa!, conserva en gran estado alguna de las muestras mas destacadas de la arquitectura colonial de todo Chile, como su plaza central y la calle Baquedano que nos transportan a otra epoca de pasado esplendor. Muy cerca de allí vi la derrota del Atleti en un bar frente al océano. En fin, para cantatatas, las de la defensa colchonera.

domingo, 28 de marzo de 2010

Los quince de Lonquén y la victoria de La Victoria

El sol y el día erán de justicia en Santiago de Chile. Después de 37 años, las víctimas de uno de los crímenes más horrendos de la siniestra dictadura que presidió el general Pinochet, han recibido sepultura. Se trata del caso de unos militantes sindicales que a los pocos días del golpe de estado de 1973 fueron sacados de sus casas en la comuna de Isla de Maipo, del área metropolitana de Santiago. A partir de entonces, pasaron a engrosar lo que los militares denominaron eufemísticamente, la lista de presuntos desaparecidos, y sus familias iniciaron un largo peregrinaje por los campos de concentración, que les llevo hasta la misma puerta del Estadio Nacional. Fueron 15 los asesinados, entre 14 y 51 años de edad, entre ellas un padre y tres de sus hijos, las que fueron llevadas una noche al cuartel de carabineros, por el único motivo de ser una parte de los chilenos que querían iniciar un futuro mejor para su país. Cinco años despues, en 1978, en la vecina localidad de Lonquén, unos trabajadores dieron sus restos calcinados, arrojados por sus verdugos al horno de una fábrica de cal, tras ser torturados.
Tras negarse la dictadura a identificar los cadáveres, mientras que sus familias y vecinos esperaban en una iglesia para poder enterrarles dignamente, se les llevó en secreto a una fosa común donde se les arrojó como si fuesen objetos y no sujetos. Ha sido el empeño de los familiares lo que ha conseguido, que un día de Marzo de 2010, unos puñado de ciudadanos nos encontremos a las puertas del Instituto de Medicina Legal para rendir un último homenaje, reivindicando memoria, dignidad y justicia. Todos han sido identificados gracias a la colaboración de expertos internacionales.
Por decisión de las familias se han desoido las directrices del gobierno de la derecha chilena, y el cortejo de 15 coches funebres y los acompañantes, ha atravesado el centro de la capital chilena, para verguenza de una sociedad que prefiere mirar para otro lado. Además, han invitado expresamente a las nuevas autoridades a no asistir a los actos de homenaje. Dicen que muchos de sus miembros fueron complices por acción u omisión de estos crímenes. Me ha conmovido profudamente este ejempo de dignidad humana.
El macabro caso de Lonquen fué el detonante de que los militares se precitaran en decretar una ley de amnistía, que hace posible que a pesar de conocerse la identidad de los carabineros responsables, estos no hayan sido juzgados jamás. ¿Les recuerda esta impunidad a situaciones más cercanas para los españoles?. A pesar de los años transcurridos y de los veinte años de gobierno de "centro izquierda", hasta ahora no han podido ser indentificados y sepultados dignamente. Creo que empiezo a explicarmelo. Entre los oradores del acto celebrado en la Comuna del Padre Hurtado, estaban el cura de la localidad y un concejal de la Concertación. El primero ha dirigido un vibrate discurso y el segundo unas palabras protocolarias que parecían querer no herir susceptibilidades. Al final el concejal me ha preguntado mi opinión sobre sus palabras. Creo que he estado un poco ácido. Le he dicho textualmente: "Me ha gustado el discurso político del cura y también tú bendición".
Por la tarde hemos culminado esta jornada tan emotiva. Tocaba inaugurar la Escuela de Comunicación Popular de La Victoria, una población que ha sido un ejemplo de resistencia a la dictadura. Allí, en sus estertores, fué asesinado por los militares el padre André Garland y muchos de sus jóvenes engrosaban las filas del Frente Manuel Rodríguez. Alguno de ellos, encabeza este proyecto hermano que es la Señal 3. A partir de ahora, muchachoss de toda la periferia de Santiago podrán formarse en los medios audiovisuales. Con su modestía, Señal 3, ha sido de los pocos medios chilenos que estaban cubriendo el homenaje a los 15 de Lonquén. La poblacion de La Victoiria, a 13.000 kilometros de Vallecas, me recuerda a la historia de resistencia de nuestro barrio.

martes, 23 de marzo de 2010

Todos eran argentinos.
Hace más de ocho años desde que aterricé por última vez en Eceiza. Era invierno y ahora discurren los últimos días del verano. Después de un viajar durmiendo, aprovechando que tenía tres asientos libres a mi disposición, he podido ver desde el aire esta inmensa aglomeración humana al manecer. Llama la atención su enorme extensión y la frondosidad de sus alrededores, una especie de Asturias llana. Hoy hace un día radiante y me ha parecido una ciudad más feliz. En mi anterior viaje, estaban aún recientes las consecuencias más dramáticas de la crisis del "corralito". La gente ríe mucho y toma las calles a la caida de la tarde. Recuerdo que la gente con la que hablé entonces, se dividía entres estados de opinión: Los que se querían irse a España, los que anhelaban trasladarse a Italia, y los que les daba igual cualquiera de las dos primeras opciones. Hoy parece que las cosas han cambiado.
Lo que más sorprende de esta ciudad, de la que Borges dijo que le parecía increible que alguna vez fuera fundada, es que a su manera casi todos sus habitantes son argentinos. Sí, el conductor del autobús, el quiosquero, el camarero del bar, las señoras que amablemente te indican por donde se va la Plaza Serrano, y hasta los policías del metro son argentinos. Como lo son, también, los miles de personas que se apiñan a las seis y media de la tarde en la estación del subte de 9 Julio. Una prueba de que estamos en una de las urbes más populosas del planeta.
Sabemos todos de que estoy hablando ¿Quién no tiene en Madrid un argentino o argentina en su vida?, esas personas que entre el inicio y el final de una frase elige siempre el camino más largo posible. Pero, mientras que allí son solo una inmensa minoría, aquí es todo lo contrario, San Telmo es como Chueca o Lavapiés ocupado por agentinos y el Viejo Palermo con sus cafés y tiendas repletass de glamour como el Soho neoyorkino con acento porteño. Pués, eso es en definitiva Buenos Aires, una ciudad a caballo entre el casticismo de Madrid y el cosmopolistimo de Nueva York. Prueba de esto último, es que en una misma manzana he pasado frente a la puerta de la Asociación Japonesa, el Casal de Catalunya y el Museo de la Inmigración Gallega.
Me he perdido por su calles y una vez más he quedado fascinado por sus encantos. Bodegones como Casa Manolo, La Coruña o El Federal, me recuerdan a las tascas madrileñas y sus edificios coronados por depósitos de agua a Manhattan. ¿Será verdad cómo dice Borges que Buenos Aires siempre estuvo allí, qué es una ciudad eterna?