lunes, 9 de marzo de 2009

Todos tenían bigotes

Admitamos que un partido político no es el mejor sitio para hacer amigos. Es tanta la camaradería reinantre entre sus miembros que al final terminan llamando a los compañeros de la organización con motes tan poco cariñosos como "El cabrón" o "El abondiguilla"; eso y cuando , en lo que ya me parece un claro abuso de confianza, no acaben espiandose unos a otros. Aunque lo que si nos aclara de la política el caso Gurtel, es que puede ser un medio idóneo para amasar una fortuna. Ya lo dijo Zaplana: "Yo estoy en la política para hacerme rico". También puedes hacer cómplices, directos e indirectos. Entre los directos se encuentran los empresarios, miembros de la judicatura, periodistas o funcionarios a los que de vez en cuando se beneficia con algún contrato, nombramiento, información privilegiada o favor. Muy importante a este respecto que unos y otros coincidan en monterías, viajes o paseos en yate. Hasta aquí nada nuevo en relación con cualquier otra endogamia. Lo que resulta extraño es que los perjudicados, esto es el conjunto de la sociedad, asuma el papel de complice indirecto de manera tan resignada. Me refiero a esa mayoría de ciudadanos que justifican, incluso con el voto, el tráfico de influencias masivo y la corrupción generalizada de la política española. Unos ciudadanos que se empeñan en minimizar que una empresa contratista de una Administración le pague a sus responsables los trajes, las vacaciones o el convite de su boda, o como en el caso del próximo presidente de la junta de Galicia, la Citroen le ponga a su disposición un cochazo por el mero hecho de ser el líder del PP, o que los yernos del Jefe del Estado se sienten en decenas de Consejos de Administración sin otro mérito aparente que el de su real parentesco.
Desconfío sobre todo de esos individuos que claman a todo el que quiera oirle y con un tono y una insistencia ya de por si sospechosos, "que todos los políticos son unos sinvergüenzas". En estos días he tratado de imaginarme a mis conocidos en situaciones de poder como el que se enfrentan nuestros denostados personajes, ¡Qué horror!, he llegado a la conclusión de que la mayoría de ellos actuaría de igual, incluso peor que ellos. Y enseguida me hecho la siguiente pregunta, ¿A qué otra actitud podemos aspirar en una sociedad que ve como positivo el enriquecimiento fácil, el consumo compulsivo o el lujo?. Veremos que sucede cuando a esta sociedad sin ética y sin valores, se le añadan otras orfandades más materiales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario