lunes, 29 de marzo de 2010

Por el Pacifico chileno

Una vez mas he vuelto a Valparaiso. Una ciudad que siempre me atrajo desde niño, sin que hubiese visto nunca ni una sola imagen de ella. Tan solo por su nombre, como Samarkanda. Cuando hace ocho años la visite por primera vez, decidí formalizar la relación. Es una ciudad decadente, que sobresale por su aroma portuario, los desvencijados ascensores, las casas pintadas de mil colores y sus cerros. El de Artilleria y el Cerro Alegre son mis preferidos. Nunca pierdo ocasión de tomarme un pisco sour en alguno de los miradores que dominan el puerto, tampoco de pasarme por el cafe Cinzano y el mitico J Cruz, el restaurante marinero que, sin embargo, esta especializado en las chorrillanas de carne y patatas fritas, las mas populares de la ciudad.
En esta ocasion unos amigos me han llevado a recorrer en coche toda la bahia hasta Concón, un pueblecito de pescadores dominado por las dunas sobre un acantilado donde el Pacífico exhibe toda su violencia. Por casualidad, hemos parado para tomar algo junto a la playa de Viña del Mar, en un cafe que sufrió importantes desperfectos -ya reparados- durante el reciente terromoto. En esta zona del pais la catastrofe ya es historia.
A la mañana siguiente, he recorrido todo el centro y el norte de Chile, con escalas en Copiapó y Calama en pleno desierto de Atacama. El desierto chileno es de una belleza indescriptible, salvaje y descarnada. Por fin, despues de viajar toda la mañana, he llegado a Iquique, que en quechua significa "ciudad para dormir". Tanto Valparaiso como Iquique han perdido gran parte de su importancia desde la apertura del canal de Panama. Iquique fue uno de los escenarios de la guerra del Pacifico, que enfrento a Chile, Peru y Bolivia. Este ultimo pais sigue reivindicando una salida al mar o parte de los territorios arrebatados entonces. Tambien en Iquique el ejercito abrio fuego contra 8.500 mineros y sus familias, dando muerte entre 300 y 2.000 de ellos, segun quien cuente los hechos. Esta matanza perpetreada en la escuela de Santa Maria dio lugar a la famosa cantata que interpretara Quilapayún. Aunque hoy, la gente se conmueve mas por la "gesta" de la armada chilena para anexionarse esta parte del antiguo virreinato de Peru. Por cierto, me llamó la atención el enorme poder que tiene el jercito en la sociedad chilena: Constitucionalmente se queda con el 10 por ciento de todas las exportaciones del cobre, de esta forma, Chile es el país de toda América Latina que más ha invertido en armamento en los últimos años, convirtiéndose en el auténtico gendarme del Cono Sur.
De Iquique me han impresionado sus cerros de un color amarillo iluminado, oradados por las antiguas minas y por el antiguo ferrocarril del salitre, que llamaban el longitudinal. Ahora Iquique es una ciudad balneario, con grandes hoteles que dañan de forma irreparable su paisaje. Pero, ¡Sorpresa!, conserva en gran estado alguna de las muestras mas destacadas de la arquitectura colonial de todo Chile, como su plaza central y la calle Baquedano que nos transportan a otra epoca de pasado esplendor. Muy cerca de allí vi la derrota del Atleti en un bar frente al océano. En fin, para cantatatas, las de la defensa colchonera.

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