viernes, 2 de abril de 2010

El Trópico de Evo

Ayer celebramos la Koa, para ofrecer a la Pachamama el Taller de Comunicación Popular Pakara y Koka TV, la nueva emisora que televisión en quechua para todo Cochabamba. Acudió en pleno el joven y animoso equipo de la nueva cadena y un nutrido grupo de dirigentes sindicales campesinos y del MAS. La Koa es un ritual indígena para celebrar y compartir con la Madre Tierra. Como si de un un chamán vallecano se tratase, me han pedido que iniciara el ritual, expresando brevemente los mejores deseos para que estos instrumentos de emancipación y desarrollo de la cultura quechua, alcancen los logros que todos esperamos. A continuación he bebido un trago de la chicha-aguardiente de maiz-rociéndola sobre el fuego, en dirección a los cuatro puntos cardinales. Por lo que he podido ver, las expectativas sobre este nuevo canal son enormes.
Esta mañana, he comprobado la excasez de medios que dispone el gobierno. A primera hora de la mañana me han entrevistado en el canal nacional Bolivia TV,donde he visto unas instalaciones técnicas anticuadas y lejos, en algunos aspectos, del nivel que hemos alcanzado en Tele K. Pero el resto del día estaba programado para visitar el Chapare, la región del Trópico de Cochabamba, que vió surgir un líder cocalero llamado Evo Morales.
Así, que he subido a bordo de un Toyota todo terreno conducido por mi amigo Efraín Gutiérrez, uno de los impulsores de estos proyectos de comunicación ligados al Sindicato de Campesinos. Se trata de un gran conocedor de la zona y de sus habitantes por haber realizado los mejores videos sobre las importantes luchas que tuvieron al Chapare como escenario en la última década. Efraín me ha advertido de la dificultad de la carretera, hay que subir al Tunari y luego descender hasta los valles del trópico, donde se concentra la mayor producción de hoja de coca de todo el mundo. Cunado llevamos pocos kilómetros, veo a los lados de una carretera sinuosa y mal asfaltada, la macabra presencia de cruces y flores en recuerdo de la multitud de viajeros muertos en accidente de circulación por estos parajes. En una sola curva he llegado a contar más de veinte cruces. Naturalmente, he llegado a la conclusión de que mis posibilidades de supervivencia por estos caminos son más bien escasas.
Todavía cerca de Cochabamba, hemos tenido que dar una pequeña coima a un carabinero para poder proseguir el viaje. Entramos al Chapare por un puesto de control de la policía anti narcotráfico, a partir de ahí vamos descendiendo entre una sucesión de montañas de increíble belleza entre las que se abre la selva amazónica. Exhuberante, verde, inexpugnable. Árboles que nunca he visto, decenas de ríos que bajan de los Andes con peces desconocidos para mi como el pakú, el suburí o el sábalo; pumas, tucanes, monos, tigres....Muy cerca hay un paraje que llaman el "Parlamento de los loros", donde en los meses de Noviembre y Diciembre acuden miles de loros de todo el mundo. ¡Qué feliz sería allí alguno que yo conozco!. Efraín me cuenta, que debajo de la selva se hayan riquísimos yacimientos de petroleo y gas. Por eso, los Estados Unidos, con la excusa de combatir al narcotráfico, consiguieron de sus amigos, los gobiernos títeres de Bolivia, la autorización para instalar una base militar. Una de las primeras medidas del nuevo gobierno, fué invitar a los norteamericanos a marcharse de estas tierras. Cuentan que como muestra de soberanía, Evo Morales, citó al embajador norteamericano a las cinco de la mañana, para informarle de la decisión.
Atravesamos algunas poblaciones, donde se hace visible la presencia de la coca y su importancia para la vida de los campesinos del Chapare. A las puertas de las casas vemos extendidas grandes lonas cubiertas con hojas de coca secándose al sol. Paramos en el poblado de Jatum Pampa, donde podemos ver una de las muchas escuelas que ha construido el gobierno en la región. Allí hablamos con Doña Nati, una campesina de avanzada edad, que nos recibe con una enorme bola de coca en su boca. "Para nosotros la coca es todo, señor. Nos cura cuando estamos enfermos y nos alegra cuando estamos tristes". Nos invita compartir con ella el picheo de hoja de coca, que según Efraín es de extraordinaria calidad. Ha sufrido en sus carnes las represión en la época de la llamada "guerra de la coca", como Felipa Mamani, amiga de mi compañero de viaje, a la tuvieron que amputarle una pierna, como consecuencia de un balazo. "Ahora vivimos tranquilos, con nuestro hermano Evo".
Aquí todos afirman conocer al Presidente personalmente, y se refieren a él como uno de ellos. Este es territorio Evo. El próximo domingo se celebran elecciones municipales, así que todas las casas y muchos árboles de las poblaciones, están engalanados con las banderas azules, blancas y negras del MAS. Es una forma de identificación, ya que no es necesario hacer propaganda electoral. El resto de partidos no ha conseguido presentar candidaturas en ningún pueblo del departamento. Nos detenemos en la capital, Villa Tunari, donde comemos el sabrosímo Saburí, uno de los peces más apreciados de estos ríos. Nos recibe Andres Checa, el alcalde, compañero de luchas de Evo, con él inaugurará en los próximos días una planta de cítricos, como recientemente se puso en marcha una planta de transformación de la hoja de coca. Dice que todavía se están adaptando a gobernar, después de haberse dedicado a bloquear carreteras. "Cuando sabemos la plata que disponemos para el pueblo, convocamos a las organizaciones y decidimos como gastarlo".
El último, alto en el camino, a 180 kilómetros de Cochabamba es en un mercado de frutas, la otra gran riqueza de la región, allí la municipalidad ha construido un recinto cubierto donde los campesinos venden sus papayas, naranjas, cocos, diversas clases de plátanos, maracuyás y exquisitos jugos exprimidos en nuestra presencia. Probamos el de coco, que nos da fuerza para proseguir el viaje. Ya de vuelta, decidimos parar para bañarnos en el Río San Jacinto, como hacen muchos lugareños. Poco después de reaunudar la marcha, Efraín detiene el Toyota. "Tengo que parar, Francisco, no me responde el freno". Se nos hace de noche en medio de la selva. Tras consultar por teléfono, decidimos reemprender la marcha despacio hasta subir el Tunari y si es posible bajar a motor hasta Cochabamba. Así hacemos, mientras vuelven a mi cabeza las imágenes de las cruces de esta mañana. Antes de iniciar la bajada Efrain, vuelve a parar. "Estoy seriamente preocupado, Francisco". Veo que respira hondo y arranca el vehículo, vamos descendiendo según lo convenido cuarenta interminables kilómetros, por fín a lo lejos, divisamos las primeras luces de la ciudad, esto nos anima y contra todo pronóstico llegamos a Cochabamba. Son las 11 de la noche y es Jueves Santo, la ciudad entera está en la calle, no para celebrar nuestro regreso, sino porque es costumbre esta noche cenar al aire libre y visitar las iglesias. Me sorprende que en contra de los ritos de estas fiestas, haya tantas barbacoas asando carnes y longanizas. Yo he decidido, después de despedirme con un abrazo de Efraín, saborear una fresquísima cerveza en Le bateau Ivre (el barco ebrio). Me la he ganado, estoy vivo.

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